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domingo, 21 de diciembre de 2014

Historia de la Flor de Nochebuena!


Aunque sus padres y hermanos caminaban alegres hacia la iglesia para asistir a la misa de Nochebuena, la pequeña Lupita se quedaba un poco atrás. Estaba triste y le estaba costando trabajo no dejar que cayeran las lágrimas que se juntaban en sus ojitos. A Lupita le encantaba toda la época navideña y había tenido la ilusión le traerle un regalo al Niño Jesús - pero este año había sido muy duro para su familia no se había podido juntar ni siquiera unos cuantos centavos para comprarle al Niño un juguetito o unos dulces. ¿Cómo sabría el Señor cuánto lo amaba y la alegría que le causaba su llegada al mundo?


"Pues, bueno," se dijo a si misma, "por humildes que sean, estas tendrán que servir." Se secó los ojos y, armada de determinación, logró con dificultad cortar una cantidad de los tallos de hierba. Se puso de nuevo en camino, esta vez de prisa para alcanzar a su familia.

Conforme el resto de la familia se adelantaba a la misa, bromeando y cantando, Lupita se ponía más y más triste. "Qué diera," pensó, "porque hubieran por aquí aunque fueran unas cuantas flores silvestres para llevarle." Pero no las había. Poco crecía en esta época de frío y lo único que se divisaba con la brillante luz de luna llena eran unas hierbas feas a un lado del camino. Eran cañas delgadas con hojas verdes muy toscas y marchitas.

Al llegar a la puerta de la iglesia, sus hermanos y padres ya estaban entrando. Entró Lupita al último, cargando su ramo de hierbas y caminando con reverencia por el pasillo hacia el nacimiento a un lado del altar. Escuchó de repente susurros y sonidos de asombro entre las personas sentadas en los bancos. Algo estaba pasando -- pero a Lupita no le interesaba mucho por su misión de entregarle su pobre obsequio al Divino Niño.


De allí el origen de la hermosa flor de Nochebuena.
Al llegar a la figura del bebé en el pesebre y colocar sus "hierbas feas" ante su Señor, Lupita se dio cuenta del porqué de la conmoción. Ya no estaban feas y marchitas las plantas de su ramo -- ¡las hojas toscas se habían convertido en gloriosos pétalos rojos!

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