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domingo, 7 de diciembre de 2014

“Veo la necesidad de esperanza que vive México” “Pepe” Mujica se conmueve y llora.

José Mujica, Presidente de Uruguay recibió esta tarde el galardón Corazón de León, reconocimiento que entrega la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) a personalidades destacadas.


Guadalajara, Jalisco, 7 de diciembre (.- 

“Soy un revolucionario lleno de reumatismo y si me estuviera dado vivir dos vidas, volvería hacerlo al servicio de lo que siento”, fueron las palabras con las que el Presidente de Uruguay, José “Pepe” Mujica, cerró el discurso de más de 45 minutos con el que agradeció el premio “Corazón de León”, otorgado por la Federación de Estudiantes Universitarios de la Universidad de Guadalajara. Se trata de un galardón que ya ha sido recibido en ediciones anteriores por la periodista Carmen Aristegui, el poeta Javier Sicilia y el padre Alejandro Solalinde, entre otros, y que el mandatario sudamericano agradeció primero con lágrimas luego de un texto conmovedor a cargo de José Alberto Galarza –presidente de la FEU- y después con un discurso hablado que fue interrumpido varias veces por aplausos y gritos de la concurrencia.






La ceremonia se llevó a cabo en el Auditorio Salvador Allende de la Universidad de Ciencias Sociales y Humanidades, que se quedó pequeño para la gran cantidad de gente que quería ver de cerca a Mujica, un hecho que obligó a colocar una pantalla gigante en la explanada del recinto educativo, donde más de medio millar de jóvenes le dio la bienvenida al grito de “¡Pepe! ¡Pepe!”, además de cantar consignas a favor de la aparición con vida de los 43 estudiantes desaparecidos de la normal de Ayotzinapa y pedir por la renuncia del Presidente Enrique Peña Nieto. El 2 de diciembre de 1972, Salvador Allende dio un discurso histórico en el mismo auditorio donde hoy el mandatario uruguayo, vestido sencillamente, de saco claro y sin corbata como es su costumbre, pareció tomar la posta política en una visión del continente que concibe la unidad latinoamericana, con México como parte activa, como la gran salida a los males que aquejan a los países del área. Precisamente, ese sentido común elogiado vivamente hoy por el titular de la FEU, José Alberto Galarza, cuando dijo aquello de que “Pepe trabaja a favor del sentido común y en contra del sentido del orden”, es lo que esgrimirá Mujica en la inminente Cumbre de Jefes de Estados que inicia el lunes en Veracruz. Antes se dará tiempo para charlar este domingo a las 9 horas con el periodista mexicano Ricardo Rocha, en el marco de la Feria Internacional del Libro en Guadalajara, que concluye mañana en esta ciudad. “ME USAN DE PRETEXTO” Llano, franco y divertido, con un argot lleno de refranes populares y el hablar pintoresco que es característico en el sur del continente, José Pepe Mujica, quien en 2015 termina su elogiado mandato y le pasará el testigo a su compañero del Frente Amplio, el “reincidente” Tabaré Vázquez, reciente ganador en segunda vuelta de las elecciones en Uruguay, habló de la esperanza, la concentración de la riqueza y de vivir la vida respetando un rumbo, un sentido. Su visión se trata de una izquierda humanizada que, al discurso hiperpolítico que se usó en los ’70, incorpora conceptos de la “new age”; habla de justicia social, sí, pero también de felicidad, de una vida interior y de la recuperación de la esperanza. En ese sentido, el de la esperanza, Mujica, nacido en Montevideo el 20 de mayo de 1935, consideró que es un “verdadero peligro” creerse todos los elogios de que fue objeto por parte primero del rector de la Universidad de Guadalajara, Tonatiuh Bravo Padilla y luego por el citado Galarza. “En el halago y en el calor con el que me reciben aquí –dijo el Presidente enjugándose las lágrimas- veo la necesidad de esperanza que hoy vive México. Hay que creer en algo cuando muchas cosas se derrumban, así que ustedes lo que están haciendo es agarrarme de pretexto para manifestar la esperanza que necesitan para vivir”, afirmó. “Somos animales gregarios, somos sociales y utópicos. De las 50 ciudades más peligrosas del mundo, 41 son latinoamericanas. ¿Por qué nos pasa esto?”, se preguntó. La respuesta la encontró el antiguo militante de izquierda que estuvo encarcelado durante la dictadura en Uruguay en “la excesiva concentración de la riqueza” y en “la falta de decisiones globales” que apunten a combatir ese fenómeno. Para “Pepe” Mujica, la labor de un mandatario consiste en controlar esos capitales millonarios, pero sin dejar de ofrecerles ciertas ventajas que les permita quedarse en el país y con ello poder dar trabajo y bienestar a las clases menos favorecidas. “Los controles los tenemos que hacer en todos lados. Porque si se espantan en un país, se van a otro donde encuentran mejores condiciones”, explicó, al tiempo de exhortar a una mayor conciencia individual en torno a cómo nos ubicamos frente a la sociedad de consumo. “La felicidad es para mucha gente comprar cosas nuevas y no se da cuenta de que la sociedad de consumo nos tiraniza, nos domina. Lo que las personas no saben es que no compramos las cosas con dinero sino con el tiempo que usamos para ganar ese dinero, algo que (el tiempo) es mucho más valioso”, afirmó arrancando el primer aplauso de la noche. Para él lo importante es entender que “podemos modelar aunque sea en parte nuestra vida y lo mejor es tener un rumbo, una meta, y tratar de seguirlo, de sostenerlo. Ese rumbo se llama libertad. Y no tienes libertad cuando te dedicas a comprar en cuotas cosas que no sirven para nada. Hay hombres que se matan para que a sus hijos no les falte nada y de ese modo les hacen faltar lo que más necesitan esos hijos: su padre”, remarcó. “Nada vale más que la vida y por eso la vida es lo que más hay que cuidar”, insistió. Y aunque fue prudente y nunca se refirió textualmente a los 43 estudiantes desaparecidos de la normal de Ayotzinapa en Iguala, Guerrero, pidió a los mexicanos que la lucha “en este momento difícil que vive el país” no se cargue de odio. “Los que hoy sienten tanto dolor nunca se dejen llenar de odio el corazón. Entre el amor y el odio prefieran el amor. Porque el amor construye y el odio destruye”, dijo Mujica. También quiso dejar dos consejos “prácticos” para México, una nación que a su entender debe tener una buena política tributaria, para “que los que tienen mucho paguen más” y también una buena política de empleo “porque no se construye un país viviendo de ’garrón’ –de los demás-, sino trabajando”, expresó. LAS 35 MOTOCICLETAS ALEMANAS En un tono más coloquial se refirió a su ya conocida y austera manera de vivir, basada en su filosofía de que “nadie es más que nadie” y en que un presidente “no necesita mucho más de lo que necesita su pueblo para vivir”. Admitió –eso sí- que ha tenido que aceptar algunas cosas “por razones de urbanidad” y porque no se puede “estar permanentemente peleado con el mundo”, un hecho que de todas maneras no le ayuda a entender por qué cuando va por ejemplo a Alemania “me ponen como 35 motocicletas adelante, me suben a una limusina cuya puerta pesa una tonelada y extienden una alfombra roja a mi paso”. “Es tradición que un presidente de un país como Uruguay viva en una casa presidencial de cuatro pisos, donde tienes que gritar si quieres llamar a alguien, donde hay un jardinero y tienes que pagar más de 25 sueldos”, contó. “Pero es tradición y si saco la tradición me matan”, reconoció con una ternura infinita que emocionó a los presentes. LE TENEMOS QUE QUITAR EL MERCADO AL NARCOTRÁFICO Tras la ceremonia de premiación, José Mujica tuvo un brevísimo encuentro con la prensa, en una concurrida conferencia de prensa donde pudo contestar sólo cinco preguntas, según las instrucciones de la Embajada de Uruguay en México. Entre los cuestionamientos de los periodistas no faltó como es obvio el incidente diplomático que estuvo a punto de acontecer cuando la semana pasada el mandatario sudamericano se refirió a México como “Estado fallido”. Hoy fue muy prudente al respecto y expresó su solidaridad con el gobierno y el pueblo mexicanos, afirmando que el tema de la violencia y de los Estados débiles es un problema de todos los países del área. “El Narco se ríe de nosotros”, afirmó, destacando luego su elogiada política de legalización de la marihuana con la que se pretende “pelearle el mercado al narcotráfico” para quitarle el peso que tiene en el continente. No dijo la palabra legalización, pero la insinuó haciendo gala de una visión más que interesante en un contexto donde el crimen organizado que asuela Latinoamérica resulta una hidra difícil o casi imposible de combatir. También, ante la consulta de la agencia France Presse, volvió a expresar su oferta al Presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, de tomar como refugiados a los presos de Guantánamo, “para que él pueda cerrar esa inmundicia de cárcel y cumpla así con su promesa de campaña, algo que no le dejan hacer los republicanos”, afirmó. “Que vengan al Uruguay, que si quieren pueden traer a sus familias; en mi país tendrán un techo, un plato de comida y esa prisión que nunca debió existir, finalmente podrá cerrarse”, concluyó.

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